En 1844, el Ministerio de la Guerra promulgó una Real Orden que marcó un curioso requisito para los integrantes de la recién creada Guardia Civil: ¡todos los guardias estaban obligados a dejarse el bigote!
Esta peculiar norma no era solo una cuestión de estética, sino que buscaba proyectar respeto, autoridad y seriedad, características esenciales para el cuerpo en su labor de garantizar la seguridad y el orden público en España.
Pero no solo los guardias estaban sujetos a esta exigencia. Los jefes y oficiales del cuerpo tenían un mandato adicional: además del bigote, debían lucir patillas y perilla, consolidando un estilo que los distinguía en su época.
Esta regla permaneció vigente durante décadas y no fue sino hasta bien entrado el siglo XX cuando finalmente se derogó, dejando atrás esta llamativa conexión entre la imagen personal y el servicio militar.
La Guardia Civil, creada en 1844, no solo marcó un antes y un después en la seguridad pública en España, sino que también definió un estilo característico de vestimenta que, desde sus orígenes, buscaba transmitir autoridad, profesionalidad y respeto.
Uniforme reglamentario: funcionalidad y distinción
A mediados del siglo XIX, el uniforme de la Guardia Civil estaba diseñado con un equilibrio entre practicidad y simbolismo. Sus elementos principales eran:
- Chaqueta oscura: Confeccionada en tonos verdes o azulados, dependiendo de la época, la chaqueta representaba sobriedad y seriedad.
- Pantalón ajustado: Normalmente en colores oscuros, diseñado para facilitar el movimiento y resistir largas jornadas de patrullaje.
- Sombrero o tricornio: Este elemento icónico no solo protegía del sol y las inclemencias del tiempo, sino que se convirtió en un símbolo identificativo del cuerpo.
Complementos funcionales
La vestimenta incluía también complementos diseñados para el desempeño del servicio:
- Cinturones y correajes de cuero: Utilizados para portar armas y otros elementos indispensables para el trabajo diario.
- Capas impermeables: Esenciales para protegerse de la lluvia y el frío durante las patrullas en zonas rurales.
- Botas resistentes: Adaptadas para largas caminatas por terrenos irregulares, reforzando la capacidad de movilidad del guardia.
Más allá del uniforme: la presencia personal
A principios del siglo XIX, no solo el uniforme era relevante. Los guardias estaban obligados a cumplir normas estrictas relacionadas con su apariencia personal, como el uso del bigote obligatorio o el mantenimiento de una higiene impecable. Esto reflejaba la importancia de la imagen pública como parte de su labor.
En Prefortia, nos encanta explorar estas historias curiosas que forman parte de nuestro patrimonio. ¿Sabías sobre esta tradición del bigote en la Guardia Civil? ¡Déjanos tu opinión en los comentarios y comparte esta anécdota con quien más le interese!
@academiaprefortia 👨🏻 𝐄𝐥 𝐛𝐢𝐠𝐨𝐭𝐞, 𝐥𝐚 𝐆𝐮𝐚𝐫𝐝𝐢𝐚 𝐂𝐢𝐯𝐢𝐥 𝐲 𝐥𝐚 𝐡𝐢𝐬𝐭𝐨𝐫𝐢𝐚 𝐝𝐞 𝐮𝐧𝐚 𝐜𝐮𝐫𝐢𝐨𝐬𝐢𝐝𝐚𝐝 𝐪𝐮𝐞 𝐪𝐮𝐢𝐳𝐚́𝐬 𝐧𝐨 𝐬𝐚𝐛𝐢́𝐚𝐬. 📜 Año 1844. Una Real Orden promulgada por el Ministerio de la Guerra obligaba a todos los Guardias Civiles… ¡a dejarse el bigote! ✋ Se convirtió en un requisito indispensable de la época para entrar en el cuerpo y con ello se buscaba transmitir respeto. 😯 Además, los jefes y oficiales de la Guardia Civil también estaban obligados a llevar patillas y perilla. 🔚 Esta norma se mantuvo durante décadas y no fue hasta bien entrado el siglo XX cuando se derogó la ley. 👀 En Prefortia te traemos esta curiosa relación entre el bigote y la Guardia Civil. ¿La conocías? ¡Te leemos en los comentarios!
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